SANTURTZI – Desde hace tres semanas luce en la casa del joven tirador santurtziarra, Miguel

Miguel Hernández.

Hernández, una medalla muy valiosa: la presea de plata lograda en el campeonato estatal cadete de tiro con arco en modalidad 3D. Se trata de un tipo de tiro que se hace al aire libre y que se puede denominar como una mezcla entre la precisión y la caza. Por lo especial de su consecución, por su gran valor no solo deportivo sino también sentimental, Miguel no ha querido que la medalla esté junto a sus otros títulos, sino que la ha colocado en el cabecero de la cama de su abuela fallecida hace cuatro años. “En cuanto me colgué la medalla, supe que era allí, en el cabecero de la cabecera de mi abuela, donde debía estar”, reconoce este santurtziarra que comenzó a practicar tiro con arco hace dos años y medio.

Los comienzos en esta práctica de este joven fueron casi por contagio, ya que tanto su tío como su padre son también tiradores en su tiempo libre. “Vi a mi tío tirar y me empezó a gustar. Luego, mi padre también empezó a hacer tiro con arco y, seis meses después, comencé a tirar”, explica este joven estudiante de un grado de Mecánica mientras sostiene su arco instintivo, es decir, que no tiene visor, por lo que la puntería y el instinto están en su máxima expresión a la hora de tirar con un arco de este tipo. “No es fácil cogerle el truco a tirar, la verdad. Los primeros seis meses me costó bastante, pero nunca me di por vencido, quería aprender a tirar y mejorar en el día a día me motiva mucho”, remarca Miguel. Y vaya si ha aprendido a tirar, ya que tras superar dificultades como aprender a abrir el arco al máximo y tenerlo con la tensión idónea para ejecutar un buen tiro, el pasado año quedó decimosexto en el campeonato estatal senior en modalidad de diana. Allí le eliminó el vigente campeón y, pese a todo, Miguel ni siquiera podía imaginar que, meses después lograría la medalla de plata en categoría cadete.

De hecho, hasta la convocatoria por la selección de Euskadi le pilló por sorpresa, de vacaciones en pleno agosto. “Sinceramente, no me esperaba que me llamasen para la selección porque, además, siempre he competido con los mayores”, reconoce el santurtziarra. Cambió sus planes vacacionales y entrenó “durante tres días” en las instalaciones de su club, el Abanto Gezaleriak.

Se preparó pero con la premisa de pasarlo bien, de disfrutar en el campeonato disputado en Aranjuez. Sin presión y manteniendo la concentración, estuvo hasta el último tiro luchando por el oro, pero se tuvo que conformar con una plata que le sabe a gloria. “Quedé empatado con el primero, pero el hizo más lanzamientos perfectos que yo, que fui más regular y por eso quedé segundo”, explica Miguel mientras aún recuerda la emoción que sintió al recibir la medalla de plata. “Sentí muchísima emoción, tenía ganas de llorar, fue muy bonito y, aunque consiguiese más medallas en el futuro, esta nunca la olvidaré porque es muy especial”, indica.

NERVIOS DE ACERO La emoción al recibir la medalla contrasta con su pasmosa calma a la hora de competir. “Podría decir que estoy más tranquilo cuando compito que cuando entreno. Me gusta competir porque te obliga a concentrarte al máximo, a tomarte las cosas muy en serio y todo eso me tranquiliza”, señala Miguel junto a dos de las piezas con las que entrena su puntería para seguir despuntando en una práctica en la que “ningún tiro es igual que otro, ya se haga al aire libre o en sala”, explica Miguel. Eso es lo que le lleva a seguir disfrutando, tirando y entrenando su puntería, una habilidad que ya es de plata de ley.